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Los Aztecas y el Cacao |
El
Imperio del cacao (1430)
3ra
parte
Los
aztecas: esta tribu
que comenzó como nómadas, llegó a formar un gran imperio cuyo principio podemos
ubicarlo en 1430, cuando aliándose con los “acolhuas” dominaron la ciudad de
Azcapotzalco, centro político dominante de esa época; y su grandeza termina en
1521 cuando los españoles aliados con los totonacos y los tlaxcaltecas,
derrotan la resistencia en la ciudad sagrada de Tenochtitlán.
La
leyenda azteca: Quetzalcóatl,
dios principal del panteón prehispánico es representado como la serpiente
emplumada, y era el dios bondadoso que enseñó a los hombres las artes de la
agricultura, la astronomía, la medicina y las artes plásticas.
Una
de las leyendas narra que una princesa que guardaba las riquezas de su esposo,
un gran guerrero, que había partido a defender los confines del imperio, fue
asaltada por los enemigos, quienes en vano intentaron obligarla a revelar el
escondite del tesoro. Al negarse a hablar, la mataron, y de la sangre vertida
por la fiel esposa nació la planta del cacao, cuyos frutos esconden un tesoro
de semillas amargas como los sentimientos del amor, fuertes como la virtud y
rojizos como la sangre. Es el don de Quetzalcóatl a la fidelidad pagada con la
muerte.
Otra
leyenda nos dice que el dios Quetzalcóatl bajó un día trayéndole algunos
regalos para los toltecas, los hizo dueños del maíz, el frijol y de la yuca con
los cuales pudieron estar bien alimentados empleando las horas en estudiar,
convirtiéndose en grandes arquitectos, magníficos escultores y finos trabajadores
de la artesanía y como los amaba tanto decidió darles una planta que había
robado a los dioses que eran sus hermanos y de la cual sacaban una bebida que
solo ellos podían disfrutarla.
Sacó
el pequeño arbusto de hojas rojas y la plantó en los campos de tula, pidiéndole
al dios Tlaloc que la alimentara con la lluvia y a Xochiquetzal que la adornara
con sus flores; con el tiempo este arbusto sagrado dio frutos y los enseño a
recogerlos, tostarlos, a molerlos y a batirlos con agua en las jícaras obteniendo
así el chocolate. Esta bebida estaba destinada solo para los sacerdotes y
nobles, convirtiéndose en una bebida sagrada, luego paso a los demás,
cualquiera podía disfrutarla esto permitió que todo su pueblo fuesen sabios
constructores y artistas lo cual despertó la envidia de los dioses y su furia
al saber que estaban tomando una bebida solo destinada para ellos, juraron
venganza contra Quetzalcóatl y
después contra los toltecas.
Así
que un día uno de los dioses disfrazado de mercader le ofreció una bebida
llamada tlachihuitli (pulque) con la cual le prometió olvidaría todas sus
penas, la babeó y se embriago profundamente actuando de una manera deshonrosa
delante de su pueblo, a la mañana siguiente despertó con dolor de cabeza y con
gran vergüenza se dio cuenta de la deshonra que habían preparado los dioses en
su contra y fue tanta su vergüenza que decidió marcharse para siempre.
A
su partida, llorando, se dio cuenta que todas las plantas de cacao se habían
secado convirtiéndose en huisaches, una vez estando en neonalco (ahora
tabascoI, arrojó las ultimas semillas de cacao que florecieron bajo su mano y
subsisten hasta nuestros días.
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